jueves, 6 de junio de 2013

Estrategias Formativas


ESTRATEGIAS FORMATIVAS
Dra. Liria Rincones Pérez
2007

            La palabra estrategia, etimológicamente, viene del latín strategía, que significa “arte para dirigir un asunto”. Las estrategias de formación son procedimientos vinculados con la formulación, aplicación y evaluación de métodos, técnicas y recursos que facilitan la conducción del proceso de mediación de los aprendizajes,
El marco teórico y el enfoque sociocrítico, humanista, complejo y holístico del Currículo Cooperativo Incardinado, conducen a sistematizar las  bases de la metodología y de las técnicas a utilizar en el proceso enseñanza y aprendizaje, cuya orientación se basa en el paradigma de la complejidad, y específicamente en la vertiente constructivista. Esta concepción educativa, se sustenta en la Teoría Social, Histórica y Cultural de Vygotsky (1929), así como en la Teoría Psicogenética de Piaget (Piaget, 1979; Labonowicz, 1982); de igual manera, se encuentran soportes teóricos en los trabajos de Ausubel (1981), Glasersfeld (1989)  y  Novak (1990) sobre el aprendizaje significativo; Díaz-Barriga y Hernández Rojas (1998); y Soler Fernández (2006), entre otros, quienes investigan sobre las estrategias para un aprendizaje significativo.
El constructivismo, apunta Soler Fernández (2006), se mueve entre dos posturas extremas, unos que sostienen que la producción de conocimiento se genera solamente mediante un proceso interno de cada individuo y, otros, por el contrario, sostienen que el proceso de producción de conocimiento debe verse como un fenómeno sociocultural y comunitario.
Dentro del primer grupo, se destaca Glasersfeld (1989), quien enfatiza que el conocimiento es producto del esfuerzo creativo individual, pues introducir la noción de interacción social genera un problema conceptual, toda vez que lo que el sujeto conoce no puede ser nada más, que lo que él mismo ha construido. Desde el punto de vista constructivista, el aprendizaje es producto de la autoorganización. A fin de eliminar la presunción de realidad en la explicación del conocimiento, este autor, enuncia los siguientes principios básicos:
a) El conocimiento no se recibe pasivamente, ni a través de los sentidos, ni por medio de la comunicación, sino que es construido activamente por el sujeto cognoscente.
b) La función del conocimiento es adaptativa, en el sentido biológico del término, tendiente hacia el ajuste o la viabilidad.
c) La cognición sirve a la organización del mundo experiencial del sujeto, no al descubrimiento de una realidad ontológica objetiva (p.127).

En el Currículo Cooperativo Incardinado se apoya una postura integradora de los dos puntos de vista. En la sociedad del conocimiento que caracteriza la dinámica mundial de comienzos del siglo XXI, la construcción de aprendizajes significativos y la producción de conocimiento es construido tanto desde el particular mundo idiosincrásico de cada sujeto, como desde la dinámica socio-cultural. Ambos enfoques son importantes. Sin embargo, se suscribe el llamado de alerta que hace Soler Fernández (2006) cuando expresa:

“Si el conocimiento colectivo no es hecho propio e internalizado por los individuos, habrá solamente una identificación colectiva y no una identificación de quien aprende con lo aprendido. El aprendizaje debe darse en la mente del aprendiz y no solamente en el nivel sociocultural. Lo que deriva del contexto “sociocultural” es la experticia de actores diferentes y las perspectivas diversas que se complementan (p. 54).”

Este aparte de la investigación no tiene como propósito clasificar los autores constructivistas, en alguna de las dos vertientes señaladas. Antes bien, se introdujo el tema de las posturas extremas del constructivismo con el fin de plantear la necesidad de buscar un equilibrio entre ellas, al menos en el contexto del Currículo Cooperativo Incardinado, cuyo sustento teórico curricular apunta hacia la consideración de esa madeja social y cultural como una plataforma que genera el currículo, porque constituye su receptáculo natural. Pero ello no significa que la estructura cognitiva de los estudiantes se construya desde lo social, lo que se busca destacar es que a través del CCI, se puede acceder a escenarios y actores de la sociedad que coadyuven como mediadores a la construcción interna e idiosincrásica de aprendizajes significativos en los estudiantes.
En este sentido, el constructivismo pedagógico plantea que el verdadero aprendizaje humano es una construcción interior de cada persona, quien logra modificar su estructura mental alcanzando así un mayor nivel de diversidad, complejidad y de integración del conocimiento, siempre y cuando los nuevos conceptos sean significativos encajen en la estructura cognitiva ya establecida (Florez Ochoa, 1994).
Coll (1995) describe la concepción constructivista de la intervención pedagógica en la cual resalta que los esquemas de conocimiento que el alumno activa ante una nueva situación de aprendizaje constituyen la característica individual más importante de esa situación. Tales esquemas tienen una dinámica propia que no se puede ignorar, pues es el estudiante quien construye, modifica, enriquece y diversifica su sistema cognitivo.
Ausubel (1981) asume que la significatividad del conocimiento es idiosincrásica, depende de las características biosocioculturales de cada estudiante y específicamente de sus experiencias previas con respecto a un determinado tema o problema. El aprendizaje se refiere al proceso de adquisición de los significados expresados en los materiales formativos o procesados a partir de experiencias o situaciones significativas, escolares o culturales. Los conceptos y principios aprendidos significativamente han demostrado tener una probabilidad mayor de ser retenidos, mediante un proceso de “anclaje” en la estructura cognitiva del estudiante; en otras palabras, la disponibilidad de los conocimientos adquiridos y su reproducibilidad futura aumentan de una manera importante, en la medida en que son integrados, de manera, sistemática en el sistema cognitivo del alumno.
Coll (1995), Díaz-Barriga y Hernández (1998), Coll, Martín y otros (2005) recalcan que la enseñanza desde el enfoque constructivista, persigue, básicamente, el propósito de enseñar a pensar y actuar sobre contenidos significativos y contextualizados. Coll (1995) interpretando a Ausubel (1981) plantea que el aprendizaje significativo es, por definición, un aprendizaje globalizado en la medida en que supone que el nuevo material de aprendizaje se relaciona de forma substantiva y no arbitraria con lo que el alumno ya sabe.
Esto indica que en proceso de mediación el docente debe darle una especial importancia al diagnóstico y escudriñamiento sistemático de la estructura conceptual previa de los estudiantes, con el propósito de tener una plataforma conceptual clara y distintiva, donde poder “anclar” los nuevos conceptos. Como explica Novak (1990) quien hizo investigaciones profundas sobre los planteamientos de Ausubel, las experiencias previas se transforman en conceptos relevantes que actúan como “inclusores” de los nuevos conceptos en la estructura cognitiva del alumno. Es aquí donde toma importancia la noción de “organizadores previos”, la cual debe ser comprendida y aplicada, en forma muy puntual, para lograr aprendizajes significativos, pues estos sirven para afianzar la nueva información y conduce al desarrollo del nuevo concepto inclusivo que opera para facilitar el aprendizaje de subsiguientes temas relevantes.
A manera de síntesis de las ideas de Flórez Ochoa (1994), Coll (1995), Díaz-Barriga y Hernández (1998) y Soler Fernández (2006), se destacan los supuestos fundamentales del constructivismo:
1.    El estudiante es responsable de su propio proceso de aprendizaje, él reconstruye los saberes de su grupo cultural.
2.    El aprendizaje es un proceso activo en el cual se construyen nuevos significados sobre la base de experiencias previas y pre-conceptos que el alumno ya tiene sobre los temas programáticos.
3.    La actividad mental constructiva del alumno se aplica a contenidos programáticos-escolares que ya tienen un grado de elaboración, que resultan de un proceso de re-construcción a nivel social y curricular. Por ello, se dice que el estudiante re-construye, a su vez, un contenido pre-existente en la sociedad, pero esa reconstrucción es personal. El aprendizaje implica un proceso de reorganización interna de esquemas cognitivos.
4.    El aprendizaje es un proceso cognoscitivo en el cual el estudiante está construyendo una representación o modelo de la realidad. El aprendizaje se produce cuando entra en conflicto lo que el alumno ya sabe con lo que debería saber.
5.    La interpretación de la realidad es personal y constituye una perspectiva sobre el mundo externo, por cuanto allá afuera no hay una realidad compartida de modo unánime por quienes aprenden.
6.    El aprendizaje es un proceso cooperativo, por cuanto el crecimiento conceptual depende del hecho de compartir perspectivas con otras personas sobre una temática, en particular. El aprendizaje se facilita gracias a la mediación o interacción con otros.
7.    El aprendizaje significativo debe promoverse en contextos variados y auténticos, reflejo del ambiente sociocultural.
8.    La evaluación del aprendizaje debe estar integrada con la tarea misma de aprender. Se verifican los resultados del aprendizaje cuando se demuestra como el aporte de cada alumno colabora a ampliar en campo específico investigado.
El Docente como Mediador, en el marco de las Estrategias Constructivistas
            Para lograr aprendizajes significativos, en el marco de las estrategias constructivistas, es una convención entre los estudiosos de este enfoque que el docente, los compañeros de clase y otros actores clave deben actuar como mediadores entre el conocimiento, los procedimientos y los valores, y el estudiante. Los planteamientos de Díaz-Barriga y Hernández (1998) constituyen una prueba de ello, cuando plantean que:
El rol central del docente es el de actuar como mediador o intermediario entre los contenidos de aprendizaje y la actividad constructiva que despliegan los alumnos para asimilarlos. Esto ha conducido a los psicólogos de la corriente sociocultural a plantear que los aprendizaje ocurren primero en un plano interpsicológico (mediado por la influencia de otros), y en un segundo plano a nivel intrapsicológico, una vez que los aprendizajes han sido interiorizados, debido al andamiaje que ejercen en el aprendiz aquellos individuos “expertos que lo han apoyado a asumir gradualmente el control de sus actuaciones (p. 52).

La noción de mediación es atribuida a Lev Semenovich Vygotsky, quien en 1934 aseveró que “el hecho central sobre nuestra psicología es el hecho de la mediación”. El lenguaje fue la forma de mediación que preocupó más a Vygotsky, por sobre todas las demás, pues cuando se habla de signos o herramientas psicológicas, se tiene un extenso conjunto de medios mediacionales en mente, como por ejemplo: técnicas mnemotécnicas, sistemas de símbolos algebraicos, obras de arte, producciones escritas, esquemas, diagramas, mapas (mentales y conceptuales) y dibujos.
Como se puede inferir, Vygotsky, desde el enfoque histórico-cultural de su escuela de pensamiento, aporta los principios relativos a la relación entre pensamiento y lenguaje, así como la decisiva influencia del contexto social y de la mediación en el desarrollo de la persona. Asume que hay una íntima conexión entre el ambiente socio-cultural donde se desenvuelven las personas y las fundamentales y distintivas cualidades de los procesos psicológicos humanos. Esto implica que las funciones mentales superiores son mediadas por la cultura, que influye y afecta las experiencias de aprendizaje.
El educador es concebido como un mediador que plantea situaciones de aprendizaje y problemas que constituyan retos u obstáculos para los estudiantes, con el fin de estimularlos a avanzar más allá de lo que pueden hacer solos, contando siempre con la ayuda de compañeros o talentos externos con más habilidad que les ayuden a construir su propio aprendizaje. Vygotsky concibe la formación de los procesos psicológicos superiores como el producto de la interacción con otros, como una actividad social inmersa en su contexto histórico y cultural, por definición variable (León de Viloria, 1997).
La esencia de los principios vygotskyanos, se resumen en seis postulados generales: 1) el desarrollo intelectual de cualquier ser humano transita por un camino histórico, que gira en torno al hogar y a la educación formalizada, donde las características de cada época influye de manera determinante;  2) el desarrollo es afectado por los cambios que acontecen en las situaciones sociales de la vida y por los distintos grupos con quienes interactúa la persona; 3) el ser humano actúa, básicamente, en el colectivo, en grupos sociales; 4) la internalización de modelos básicos de acción guían las acciones individuales de las personas; 5) en dicho proceso de internalización juega un papel fundamental los signos y símbolos que se han creado a través de la historia de la humanidad; 6) la asimilación de los valores históricos de la cultura se adquiere a través de la actividad en grupos (Castillo, 1997). Actualmente, se maneja el concepto de equipos de trabajo, círculos cooperativos de aprendizaje, comunidades de aprendizaje o comunidades de conocimiento.
Por todo lo antes señalado, para Vygotsky, las estructuras cognoscitivas están determinadas por la actividad colectiva; su percepción y visión del mundo está influida por el sistema de pensamiento de los grupos y el grado de participación de la persona en ellos.
Las relaciones con otras personas que poseen mayor conocimiento permite activar lo que Vygotsky denominó Zona de Desarrollo Próximo (ZDP), que vendría a ser la resultante de conjugar el Nivel de Desarrollo Actual del educando, es decir, lo que ya sabe y lo que es capaz de hacer sin ayuda; y el Nivel de Desarrollo Potencial representado por las ejecuciones más complejas que comienza a demostrar cuando trabaja con otras personas que poseen habilidades superiores a él. La diferencia entre el nivel actual y el nivel potencial constituye la Zona de Desarrollo Próximo (ZDP). Lo que una persona puede hacer por sí sola es un indicador de su capacidad mental, pero lo que se pueda hacer con la ayuda de otros es un preludio de su potencial cognitivo. A través de la ZDP se comienza a estimular el desarrollo prospectivo del estudiante. Para este autor ruso la educación debe estar orientada hacia el futuro y no hacia el pasado, y en consecuencia, el nivel superior de formación es aquella que se adelanta al desarrollo.
La Zona de Desarrollo Próximo es el lugar donde puede producirse la aparición de nuevas maneras de entender y de enfrentarse a tareas y problemas por parte de los alumnos menos competentes, gracias a la ayuda y recursos ofrecidos por el profesor o sus compañeros más competentes, durante la interacción en equipos de trabajo. Es en la ZDP el escenario más idóneo donde puede desencadenarse el proceso de producción, construcción, enriquecimiento y diversificación de los esquemas de conocimiento que teleológicamente aspira la institución educativa (Onrubia, 2005).
A propósito de la mediación Coll (1995) la conceptualiza como “ayuda pedagógica” la cual consiste en “crear condiciones adecuadas para que se produzca esta dinámica interna y para orientarla en una determinada dirección, la dirección que indican las intenciones educativas (p. 118).” Onrubia (2005), apoyándose en esta idea de Coll reflexiona sobre el “ajuste de la ayuda” para la cual se toma en cuenta la situación y las características que, en cada momento, presente la actividad mental constructiva del alumno.
Adicionalmente, la ayuda pedagógica, en el acto de la mediación debe considerar dos aspectos cruciales en la enseñanza y el aprendizaje constructivista: los conocimientos y esquemas conceptuales previos que tenga el alumno con respecto al tema de estudio y, la creación de un clima positivo donde priven los desafíos y retos que hagan cuestionar esos significados previos y fuercen su modificación por parte del estudiante, en la dirección correcta. Es decir, que la enseñanza constructivista parte de lo que el alumno ya conoce, pero se centra en lo que no conoce y no domina suficientemente; por tanto, el docente debe ser constantemente exigente con los estudiantes y ponerlos en situaciones que los obliguen a esforzarse por comprender, analizar, sintetizar y actuar.
La estimulación y logro de la cooperación entre grupos de estudiantes aunado al rol efectivo del mediador son prácticas coherentes con los principios teóricos vygotskyanos. De igual manera, el manejo de herramientas de conocimiento, su internalización y su transformación en estructuras representativas de alto nivel de abstracción son procesos que explican la aparición de funciones cognoscitivas de orden superior (Castillo, 1997).
La visión constructivista demanda una gran flexibilidad de pensamiento que permita los actores del aprendizaje – mediadores, estudiantes y comunidad - tener una mente abierta, es decir, que cada uno pueda pensar en su realidad personal y en la del resto del mundo biunívocamente, lo cual es un claro indicio de una permeabilidad al flujo de información (Wagensberg, 1985), condición claramente necesaria para la construcción de nuevos y únicos conocimientos, a partir de esquemas y reflexiones previas.
Sobre la base de estas ideas, la metodología, estrategias y las técnicas de formación que se emplearán en el Currículo Cooperativo Incardinado están sustentados en los principios constructivistas que establecen que la construcción de significados está basada en transformaciones constantes que acontecen en los esquemas de conocimiento que ya tiene el individuo, cuyos aprendizajes significativos son desarrollados, de manera idiosincrásica, por su continua interacción con el entorno socio-cultural. Tal proceso se logra mediante las interconexiones entre los nuevos elementos cognoscitivos que capta el estudiante y los previamente instalados en su sistema de pensamiento. La aprehensión, instalación y reorganización de la nueva información se logra solamente sí los conocimientos que le son presentados son verdaderamente significativos para él o ella. A manera de síntesis, se concluye que el aprendizaje constructivista se caracteriza por:
a)   Constituir un proceso interno autoestructurante
b)   Partir de conocimientos previos relativos al tema en estudio
c)    Ser un proceso de (re)construcción de saberes culturales
d)   Requerir de la mediación o de la interacción con los otros
e)   Conducir a una reorganización interna de los esquemas de pensamiento
f)     Generar conflictos entre lo que el alumno ya sabe con lo que debería saber

Las Estrategias de Formación orientadas hacia el Aprendizaje Cooperativo
            La construcción individual de aprendizajes como actividad autoestructurante del estudiante, como ya se ha señalado, está mediada por la influencia de otros y por ello el aprendizaje implica una reconstrucción de los saberes de una cultura. Este proceso involucra una dinámica compleja donde se establecen relaciones multidireccionales entre el estudiante y los otros, o entre el estudiante y la sociedad, en cuyo intermedio se construye conocimiento.
            En la relación con sus compañeros en una situación de aprendizaje, el estudiante se apoya en sus marcos personales de referencia para comenzar a aproximarse a las demandas de la actividad académica-social donde deben participar. A través de la acción conjunta y los intercambios comunicativos, en un ambiente de negociación,  es donde se construyen los marcos de referencia interpersonales que conducen a alcanzar un significado compartido de la tarea asignada. Los alumnos construyen significados sobre la base de la mediación del docente y sus compañeros, con quienes abordan  el estudio de los contenidos culturales acordados (Díaz-Barriga y Hernández Rojas, 1998).
Aun cuando, idealmente, el proceso de enseñanza y aprendizaje debe ser personalizado, para que cada estudiante desarrolle sus competencias de manera independiente y a su propio ritmo, también es importante promover el trabajo en equipo y los valores relacionados con la cooperación, colaboración, solidaridad, intercambio recíproco, confianza mutua y establecimiento de objetivos comunes, con el propósito de enriquecer la construcción individual de los aprendizajes.
La cooperación como plataforma integradora del currículo fue sometida a un proceso de análisis y síntesis creativo, en el marco teórico del Currículo Cooperativo Incardinado, donde se describe su naturaleza teórica, y se destaca su estructura y procesos. Siendo la cooperación una de las categorías sustantivas del modelo, las estrategias de formación deben hacer énfasis en el aprendizaje cooperativo en escenarios donde se fomente el trabajo en grupos interactivos, que incremente el espíritu de equipo, las relaciones solidarias y comprometidas. La cooperación tiene poderosos efectos positivos en el proceso de construcción de aprendizajes significativos, el desarrollo de competencias y el rendimiento de los estudiantes.
Se entiende que el equipo de trabajo cooperativo se apoya en un conjunto de procedimientos en el que los integrantes de una sección de alumnos se organizan en grupos pequeños y heterogéneos, con el propósito de interactuar en forma conjunta y coordinada para solucionar tareas y alcanzar los objetivos propuestos, generando aprendizajes compartidos, que orientan, afianzan y refuerzan la construcción de aprendizajes individuales.
Las estrategias para el aprendizaje cooperativo tienen como propósito fomentar el trabajo en equipos, alrededor de objetivos comunes que promuevan acciones dirigidas hacia: a) identificar las necesidades de formación del grupo, según las exigencias del Proyecto de Investigación Formativo seleccionado; b) elaborar, en conjunto, un plan de acción, a mediano plazo; c) emprender las acciones para lograr la consecución de los objetivos del proyecto. Todo ello se realizará bajo la tutela de su asesor general, del asesor de contenido, perteneciente a la Línea de Investigación, del asesor metodológico y del asesor externo, perteneciente a la institución o empresa donde se realiza la Práctica Profesional.
El concepto clave del aprendizaje cooperativo es la dimensión social del aprendizaje y el valor de la relación intersubjetiva. El trabajo grupal, en un ambiente agradable, relacional y afectivo basado en la confianza, la seguridad y la aceptación mutuas ayuda a los alumnos a establecer mejores relaciones con los demás, aumenta su autoestima y aprenden habilidades sociales, que van a utilizar con mayor efectividad en otros escenarios de su vida; además, da cabida a la curiosidad, la capacidad de sorpresa y el interés por el conocimiento mismo.
Onrubia (2005) plantea que el aprendizaje cooperativo entre los alumnos puede resultar, bajo ciertas condiciones, una base adecuada para la creación de la Zona de Desarrollo Próximo, y, por ende, para la construcción, más eficiente, de aprendizajes significativos. Recomienda que los equipos de trabajo precisen los objetivos y tareas a cumplir, que la responsabilidad sea compartida, que haya interdependencia en el grupo y que este sea heterogéneo.
Para que la cooperación funciones bien en las situaciones de enseñanza y aprendizaje, Johnson, Johnson y Holubec (1999), señalan que hay cinco elementos esenciales que deberán ser explícitamente incorporados en cada clase:
1.    La interdependencia positiva, sobre la base del abordaje de una tarea clara y un objetivo grupal, que permita a los alumnos entender que los esfuerzos de cada integrante los benefician a todos. Lo importante es crear un sentido de compromiso con el éxito de las otras personas, además del propio, lo cual es la base del aprendizaje cooperativo.
2.    Responsabilidad individual y grupal, para alcanzar los objetivos, para lo cual cada miembro del grupo debe ser responsable de cumplir con la parte del trabajo que le corresponda. El grupo debe tener claros sus objetivos y debe ser capaz de evaluar, el progreso realizado en cuanto al logro de los mismos, y los esfuerzos individuales de cada miembro.
3.    Interacción estimuladora, cara a cara, que les permita realizar juntos la labor en la que cada uno promueva el éxito de los demás, compartiendo recursos, ayudándose, respaldándose y felicitándose unos a otros por su empeño en aprender. Algunas importantes actividades cognitivas e interpersonales sólo pueden producirse cuando cada alumno promueve el aprendizaje de los otros, explicándose mutuamente lo que saben.
4.    Manejo de algunas prácticas interpersonales y grupales, tales como tomar decisiones, crear un clima de confianza, comunicarse y manejar conflictos, ejercer la dirección. El docente debe enseñar estas técnicas a sus alumnos con la misma seriedad con que procesa los temas del programa.
5.    Evaluación grupal, que tiene lugar cuando los miembros del grupo analizan en que medida están alcanzando sus metas y manteniendo eficaces sus relaciones en el trabajo grupal. Los grupos deben determinar que acciones de sus integrantes son positivas o negativas y tomar decisiones sobre cuáles comportamientos conservar o modificar.
Díaz-Barriga y Hernández Rojas (1998) proponen conducir la enseñanza y el aprendizaje a través de círculos de aprendizaje cooperativos, donde se generen intercambios constructivos que promuevan las relaciones socioafectivas, el respeto mutuo, y los sentimientos recíprocos de dar y recibir ayuda. En este contexto, cooperar es trabajar juntos para lograr metas compartidas y una interdependencia positiva. Esta existe cuando los estudiantes perciben un vínculo con sus compañeros de grupo, de forma tal que deben coordinar esfuerzos para completar una tarea. De esta manera, los estudiantes comparten recursos, se proporcionan apoyo mutuo y celebran juntos el éxito.
Por su parte, Soler Fernández (2006) explica que en el constructivismo, las estrategias tradicionales como debates, pequeños grupos de discusión, desempeño de roles, estudio de casos, equipo de proyectos y otros, han sido retomadas e insertadas en lo que se denomina comunidades de aprendizaje, dentro de contextos socioculturales, donde se facilita el proceso cognoscitivo para la construcción de conocimientos.
En los círculos de aprendizaje cooperativo o en las comunidades de aprendizaje el clima emocional y el ambiente físico cobran una importancia relevante. Básicamente, debe ser un ambiente flexible y emocionalmente basado en la confianza y el sentido de pertenencia. Además, el espacio físico y el mobiliario deben brindar óptimas condiciones para interactuar en el aula con comodidad. Y, en los escenarios socioculturales del entorno también deben existir condiciones adecuadas para el trabajo interactivo.
En cuanto a las tareas que debe conducir el docente para lograr aprendizajes cooperativos significativos, Johnson, Johnson y Holubec (1999) indican las siguientes:
-       Especificar los objetivos de la tarea.
-       Tomar decisiones previas acerca de la organización de los grupos, del aula y los recursos.
-       Exponer de la tarea a los alumnos y alumnas.
-       Iniciar la clase de aprendizaje cooperativo.
-       Hacer un seguimiento de la efectividad de los grupos e intervenir de ser necesario.
-       Evaluar los logros del alumnado y hacer ver lo bueno que cada uno ha aportado al grupo
-       Distribuir el tiempo de tal forma que exista un trabajo individual dentro del grupo.
-       Disponer de materiales suficientes para la actividad a desarrollar.
-       Anticiparse, en la medida de lo posible, a los problemas conductuales y de relación que impidan el funcionamiento de un grupo determinado.
Con respecto a la valoración de las actividades cooperativas, las relaciones interpersonales, que genera el trabajo en los círculos de aprendizaje cooperativo, permiten que los integrantes del grupo reciban retroalimentación de sus pares, toda vez que constituye un escenario propicio para la co-evaluación y la autoevaluación, cuyos resultados pueden estimular a los estudiantes poco motivados para trabajar.
En el aspecto evaluativo cobra importancia la responsabilidad y la valoración personal, pues el propósito de los grupos de aprendizaje es fortalecer académica y afectivamente a sus  integrantes. Hay que poner el énfasis en la evaluación del avance personal hacia el logro de los objetivos y competencias, en el contexto del grupo. De esta manera, el grupo puede conocer quien necesita más apoyo para completar las actividades, y evitar que unos descansen sobre el trabajo de los demás (Jhonson, Jhonson y Holubec, 1999).
Como consecuencia lógica de la metódica de enseñanza y aprendizaje que demanda el Currículo Cooperativo Incardinado, basado en competencias, en proyectos, en la promoción del aprendizaje cooperativo y la independencia cognitiva, emerge un proceso de evaluación formativa, más cualitativa que cuantitativa, por el cual el estudiante aprende de las propias situaciones de evaluación, con posibilidades de reconducir el proceso de aprendizaje mediante un seguimiento personalizado que garantiza en gran medida el logro de las competencias, con ciertas garantías de éxito.
La evaluación continua, se desarrolla en numerosos momentos del curso, a través de diversos procedimientos e instrumentos cualicuantitativos, dando como resultado una evaluación que toma en consideración gran cantidad de aspectos del proceso de formación del alumno. Las tutorías tanto grupales como individuales son esenciales para llevar a cabo este sistema de evaluación. En el Cuadro 15, en la siguiente página, se puede observar las diferencias entre las características de los Grupos de Aprendizaje Cooperativo y los Grupos Tradicionales.
En conclusión, los equipos de trabajo, comunidades de aprendizaje o círculos de aprendizaje cooperativo permiten a los estudiantes obtener una serie de beneficios que están fuera de su alcance cuando trabajan de manera individual o cuando sus intercambios se restringen al contacto con el docente. Como ya se ha señalado, el trabajo cooperativo hace posible el aprendizaje de valores relacionados con la confianza mutua, la solidaridad y el altruismo recíproco, entre otros. Además, crea condiciones que facilitan el desarrollo, en el estudiante, de competencias conceptuales, procedimentales y actitudinales, que muchas veces con los adultos no puede alcanzar. Adicionalmente, la interacción sistemática en grupos cooperativos coadyuva al logros de comportamientos socioafectivos, pero caracterizados por la autonomía.
Grupos de Aprendizaje Cooperativo
Grupos Tradicionales
§  Interdependencia positiva
§  Valoración individual
§  Miembros heterogéneos
§  Liderazgo compartido
§  Responsabilidad por los demás
§  Enfatiza la tarea y su mantenimiento
§  Se enseñan directamente habilidades sociales
§  El profesor observa e interviene
§  Ocurre el procesamiento en grupo
§  No ha interdependencia
§  No hay valoración individual
§  Miembros homogéneos
§  Sólo hay un líder
§  Responsabilidad por sí solo
§  Sólo enfatiza la tarea
§  Se presuponen o ignoran las habilidades sociales
§  El profesor ignora a los grupos
§  No hay procesamiento en grupo
CUADRO 15. Comparación de las características del trabajo en grupos de aprendizaje cooperativos y el grupo tradicional. Tomado de: Díaz-Barriga y Hernández Rojas (1998).

El Aprendizaje Situado en el Constructivismo
En el marco del enfoque sociocultural, sociocrítico, holístico y complejo del Currículo Cooperativo Incardinado el desarrollo de competencias requiere de aprendizajes anclados o incardinados en contextos típicos de su futuro campo de trabajo, simulados o reales, que ofrezcan las condiciones adecuadas para que los estudiantes puedan hacer las prácticas procesuales y demostrar los aprendizajes logrados.
En este orden de ideas, se parte del supuesto que toda adquisición de conocimiento está contextualizada en algún tipo de actividad social. Las teorías sobre el aprendizaje han comenzado a considerar la importancia de las interacciones sociales entre las personas actuando en un mundo social.
Soler Fernández (2006) señala que el constructivismo contemporáneo debe resaltar el aprendizaje situado, y exige la identificación del contexto donde las competencias serán aprendidas y aplicadas. El aprendizaje anclado o situado se ha convertido en la característica distintiva del nuevo proceso de enseñanza y aprendizaje.
La aproximación antropológica, reflejada en el trabajo de (Lave y Wenger, 1991) se centra en la situacionalidad del significado en las comunidades y en lo que representa aprender en función de formar parte de una comunidad. La mente humana se desarrolla en situaciones sociales, donde utiliza las herramientas y medios representacionales que la cultura provee para sustentar, ampliar y reorganizar el funcionamiento mental. Este cambio en la unidad de análisis, desde el contexto de los individuos al contexto de la comunidad, conduce a un cambio en el que se entiende el aprendizaje como el desarrollo de una identidad como miembro de una comunidad, que permite llegar a tener habilidades de conocimiento como parte del mismo proceso.
Estos autores, en sus estudios sobre el aprendizaje situado partieron de las experiencias obtenidas en pasantías de las prácticas profesionales que constituye el modelo más familiar de aprendizaje contextualizado, en escenarios relacionados con el campo de trabajo. El aprendizaje es el resultado de la interacción con las comunidades. Por lo que desarrollan el concepto comunidad de práctica para manifestar la importancia de la actividad como nexo entre el individuo y la comunidad, así como de las comunidades para legitimar las prácticas individuales.
Con el fin de establecer un contexto para el aprendizaje, una comunidad ha de propiciar el compromiso y la afiliación de sus miembros mediante una infraestructura para la participación que incluya medios para fomentar la mutualidad, la competencia y la continuidad (Wenger, 2001).
Este proceso se denomina de participación periférica legítima, (Lave y Wenger, 1991) puesto que el participante, que se mueve de la periferia de la comunidad hacia el centro, llegará a ser más activo y a estar más comprometido con la cultura y, por ello, asumirá una nueva identidad. Garrido (2003) señala que entre la participación plena y la no participación, se encuentra la participación periférica , que permite a los participantes ubicarse en una  posición que, en el momento que decidan, les permitirá la participación plena en el marco de una trayectoria entrante en el proceso de negociación de significados.
Desde la perspectiva de esta teoría del aprendizaje social, el significado y las identidades son construidos en las interacciones, mientras que la construcción de estos significados e identidades es influenciada por el contexto en el que se inscriben. En las comunidades de práctica no hay separación entre el desarrollo de la identidad y el desarrollo del conocimiento, ambos interactúan recíprocamente mediante el proceso de participación periférica legítima en el contexto de la comunidad.
La tesis fundamental de los promotores del aprendizaje “situado” es que el aprendizaje, fuera y dentro del aula de clase, se desarrolla con la interacción social cooperativa. Los estudiantes se convierten en “comunidad de aprendices”, con el propósito cognoscitivo centrado en la actividad de aprendizaje y la interacción sociocultural. El aprendizaje cooperativo es un elemento vital del modelo “situado”. El conocimiento y los procesos para construirlo o adquirirlo, están influidos por la “situación” en que se da la construcción o adquisición del aprendizaje. Para comprender el proceso del conocimiento, es necesario examinar la cultura y el contexto en que ocurre. El aprendizaje está necesariamente “situado” en red contextual (Brown y Duguid, en Soler F., 2005).
En el aprendizaje situado cobra relevancia la participación de los estudiantes en espacios naturales de la sociedad cuya dinámica coadyuva al desarrollo y demostración de competencias puntuales de su futura profesión. De ahí que el aula no será el único escenario para llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino también los lugares de trabajo del futuro profesional. Sin embargo, el aula sigue siendo un espacio privilegiado para la reflexión sobre la práctica y la planeación de nuevas modalidades de articulación teoría–práctica.
La formación basada en competencias y el aprendizaje situado presentan puntos de de confluencia, toda vez que la competencia supone la combinación de tres elementos, según el análisis de Díaz-Barriga (2006): a) una información, b) el desarrollo de una habilidad y, c) puestos en acción en una situación inédita. La mejor manera de observar una competencia es en la combinación de estos tres aspectos, lo que significa que toda competencia requiere del dominio de una información específica, al mismo tiempo que reclama el desarrollo de una habilidad o mejor dicho una serie de habilidades derivadas de los procesos de información, pero es en una situación problema, esto es, en una situación real inédita, donde la competencia se puede demostrar de manera idónea y evaluar pertinentemente.
Esta postura resalta la indiscutible y necesaria vinculación teoría-sociedad o teoría-práctica que reclama la formación basada en competencias. Como es bien sabido, durante el proceso de enseñanza y aprendizaje se promueven ejercicios prácticos en clase, pero no representan la realidad y a los alumnos se les dificulta la aplicación de los esquemas teóricos a situaciones reales. También se pueden "simular" situaciones de la vida cotidiana o de la vida profesional, pero si bien tales simulaciones guardan un valor importante en el proceso de formación constituyen una experiencia formativa indirecta que no necesariamente representan los problemas que constituyen la vida real aunque constituyen una buena aproximación a esos problemas.




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